El trastorno delirante

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¿Qué es el trastorno delirante?

El trastorno delirante es un trastorno psicótico que se destaca por sus características únicas en el campo de la salud mental. Se caracteriza por la presencia de ideas delirantes, que son creencias infundadas y rígidas que persisten a pesar de la falta de evidencia objetiva o de lógica que las respalde. Estas ideas delirantes deben mantenerse durante al menos un mes y no pueden atribuirse a otras causas, como el consumo de sustancias o enfermedades médicas.

Las personas que padecen este trastorno a menudo albergan creencias excepcionales y extraordinarias, como la convicción de que están siendo perseguidas por extraterrestres o que tienen una importancia especial que no es reconocida por los demás. Estas creencias pueden ser increíblemente vívidas y reales para la persona afectada, a pesar de que desde una perspectiva externa, son claramente irracionales.

Un aspecto fundamental en el trastorno delirante es la ausencia de conciencia sobre su condición. Las personas que lo padecen tienden a no reconocer que sus creencias son anómalas e irracionales, lo que dificulta la búsqueda de tratamiento y apoyo. La combinación de creencias irracionales arraigadas y la falta de conciencia sobre su trastorno crea un desafío significativo en el diagnóstico y tratamiento de esta condición.

El trastorno delirante es un ejemplo de la complejidad de los trastornos psicóticos y la necesidad de una atención cuidadosa y especializada en el ámbito de la salud mental. Abordar este trastorno requiere un enfoque comprensivo y compasivo que considere tanto la sintomatología única como la falta de conciencia que a menudo lo acompaña.

¿Cuáles son sus síntomas?

El trastorno delirante es una condición psicótica que se manifiesta de diversas maneras y afecta a las personas de manera única. A menudo, los síntomas de esta afección pueden tener una duración variable, oscilando durante el día y, a veces, empeorando durante la noche. Los primeros indicios pueden manifestarse en sentimientos de ser explotado o utilizado, ya sea por amigos o seres cercanos, lo que puede generar desconfianza y resentimiento hacia las personas más allegadas.

Una característica esencial de este trastorno es la reducción de la conciencia del entorno, lo que se traduce en dificultades para mantener la concentración y la atención en tareas cotidianas. Las personas con trastorno delirante a menudo se distraen con detalles irrelevantes o son incapaces de enfocarse en una conversación o actividad de manera efectiva. 

El desarrollo de ideas delirantes suele estar relacionado con factores ambientales, lo que subraya la complejidad de esta condición. Además, los síntomas cognitivos se manifiestan con habilidades de pensamiento deficientes, lo que incluye problemas de memoria, desorientación, dificultades para expresarse verbalmente o comprender el lenguaje escrito y hablado.

El comportamiento de las personas con trastorno delirante puede variar, desde alucinaciones hasta inquietud, agitación o movimientos lentos. En el caso de los adultos mayores, pueden volverse retraídos o inmovilizados en su comportamiento. 

Además de las manifestaciones cognitivas y conductuales, las personas que padecen este trastorno también experimentan disturbios emocionales. Esto puede incluir ansiedad, miedo, depresión, cambios en la personalidad, euforia, variaciones repentinas de humor e irritabilidad, entre otros.

En resumen, el trastorno delirante es una afección psicótica compleja que puede manifestarse de diversas maneras, involucrando síntomas cognitivos, conductuales y emocionales. Comprender estas manifestaciones es crucial para diagnosticar y abordar adecuadamente esta condición, que a menudo requiere tratamiento y apoyo especializado en salud mental.

¿Cuáles son sus subtipos?

Según el DSM-V, el trastorno delirante tiene diferentes variantes en función de las características que presente la persona. Este trastorno presenta varios subtipos:

En primer lugar, el erotomaníaco, se caracteriza porque los pacientes creen que hay otra persona que los ama. Es habitual que se esfuercen por contactar con el objeto de su idea delirante a través del control, el acecho, llamadas telefónicas, entre otras.

En segundo lugar, la grandiosidad, los pacientes creen que tienen un gran talento o que han descubierto algo importante. Estas ideas suelen asociarse con contenido religioso. 

En tercer lugar, el celotípico, los pacientes que su cónyuge o su amante son infieles. Esta creencia se basa en deducciones incorrectas apoyadas por evidencias dudosas. Este perfil suele recurrir a la agresión física. 

En cuarto lugar, el persecutorio, los pacientes piensan que son los protagonistas de una situación, piensan que son engañados, envenenados, vigilados o drogados. Hay intentos de acudir a los tribunales y a otros organismos gubernamentales, puesto que quieren obtener justicia. 

En quinto lugar, el somático, la idea delirante se relaciona con las funciones o sensaciones corporales del propio paciente. Por ejemplo, el paciente cree que tiene una deformidad física, o piensa que tiene parásitos en su cuerpo. 

Por último, el mixto, cuando hay varias ideas delirantes pero no hay ninguna que sobresalga sobre otra. 

¿Cómo identificarlo?

Según los criterios del DSM-5, el trastorno delirante lo podemos identificar de la siguiente manera; la presencia de una o más ideas delirantes debe persistir durante un mes o más. Si el paciente presenta alucinaciones y están relacionadas con el tema delirante. Nunca se ha cumplido la presencia de una o más ideas delirantes durante un mes o más para el trastorno de la esquizofrenia. Un comportamiento no obviamente extraño o raro a excepción de los que atañen al delirio del paciente. Si ocurriesen episodios maníacos o depresivos, estos han sido de menor duración en relación con los períodos delirantes. El trastorno no es debido a un trastorno por sustancias o a una enfermedad y no se puede calificar como un trastorno obsesivo compulsivo.

Además, podemos identificarlo de forma previa con los síntomas y las características que hemos explicado anteriormente. 

¿Cómo tratar el trastorno delirante?

Los tratamientos empleados en este trastorno tienen como meta aliviar sus síntomas, reduciéndolos y haciendo que la otra persona pueda pensar con más claridad. 

Un aspecto fundamental en el tratamiento es alcanzar una buena relación terapéutica con el paciente para que confíe y pueda avanzar de manera progresiva. Para ello, debemos aceptar aquello que la persona nos cuente, pero siendo conscientes de que son creencias.

El tratamiento que se puede utilizar para este trastorno, se puede basar en las siguientes líneas de intervención:

La Terapia Cognitiva Conductual,  con ella se trabaja la modificación de las creencias delirantes y sus consecuencias emocionales y conductuales. 

La Exposición con imaginación, cuando las ideas delirantes van asociadas a una ansiedad elevada. La exposición a estos pensamientos de forma gradual,  hace que disminuya la ansiedad y el paciente pueda enfrentarse de forma óptima a sus delirios.

El Encadenamiento de inferencias, con esta técnica se trabajan las creencias que tiene el paciente como si fuesen verdaderas. El terapeuta haría preguntas como “que pasaría”, “en que se traduciría”, “que supondría”. Las respuestas se van encadenando formando inferencias hasta que progresivamente, el paciente identifica algunas creencias disfuncionales básicas.

Otro tratamiento a destacar es, el tratamiento psicoeducativo para los familiares. El objetivo es reducir la culpabilidad, aumentar el conocimiento de la enfermedad y desarrollar procedimientos educativos para tener un mejor manejo del paciente.

Por último, cabe destacar, el entrenamiento en habilidades sociales para conseguir la integración social y la adaptación adecuada al entorno.

Además, existe tratamiento psicofarmacológico, los fármacos que han resultado ser más eficaces para el tratamiento de este trastorno son los antipsicóticos y los antidepresivos. Es importante que el tratamiento farmacológico esté acompañado del tratamiento psicológico para una mayor efectividad. 

Ayuda psicológica en el Trastorno Delirante

El trastorno delirante presenta un desafío significativo en términos de diagnóstico y tratamiento debido a la característica de que las personas que lo padecen suelen carecer de conciencia sobre su propia condición debido a sus creencias irracionales. Esta falta de conciencia es una barrera crucial que obstaculiza la búsqueda de ayuda profesional por parte de quienes sufren este trastorno.

El trastorno delirante se caracteriza por la presencia de creencias delirantes que son sostenidas con una firmeza inquebrantable por la persona afectada. Estas creencias pueden ser extraordinarias, inusuales o incluso imposibles desde una perspectiva objetiva, pero para el individuo que las experimenta, son completamente reales. Esta convicción inquebrantable dificulta que la persona reconozca que tiene un problema de salud mental, lo que puede resultar en un sufrimiento innecesario y una disminución significativa de su calidad de vida.

Dada esta complejidad, es imperativo que aquellos que rodean a una persona con trastorno delirante estén atentos a las señales y síntomas que podrían indicar la presencia de esta afección. Cuando se observan comportamientos o creencias inusuales y persistentes en un ser querido, es fundamental intervenir y buscar ayuda profesional en su nombre. Esta acción puede ser un acto de amor y apoyo esencial que contribuye a mejorar el bienestar mental de la persona afectada y a prevenir situaciones de deterioro emocional o conductual.

El papel de familiares, amigos y seres queridos es invaluable en el proceso de tratamiento y recuperación de quienes padecen un trastorno delirante. Al brindar un apoyo comprensivo y alentar la búsqueda de ayuda profesional, se puede facilitar el acceso a terapias efectivas y tratamientos farmacológicos que permitirán a la persona afectada recuperar una mayor calidad de vida y bienestar mental. La concienciación sobre el trastorno delirante y la acción temprana son elementos esenciales para abordar esta afección de manera efectiva y compasiva, lo que puede marcar una diferencia significativa en la vida de quienes la padecen.

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